Thubten Gyatso (tibetano: ཐུབ་བསྟན་རྒྱ་མཚོ་, wylie: thub bstan rgya mtsho, pinyin tibetano: Tubdain Gyaco) (12 de febrero de 1876-17 de diciembre de 1933) fue el decimotercer dalái lama conocido como un gran político que supo mantener el Tíbet como nación independiente a pesar de las presiones de la Rusia Imperial, la dinastía Qing y el Imperio británico; además, restauró la disciplina monástica e incrementó el número de legos para evitar el abuso de poder de los monjes.
Creó un sistema de impuestos, un cuerpo policial, introdujo la electricidad, el teléfono y el primer automóvil en el Tíbet y vaticinaba al final de sus días una etapa de oscurantismo para su país, y que su reencarnación valdría para enfrentar a los chinos a un joven y fuerte dalái lama.
En cuanto a sus logros espirituales, destacó desde joven. Decidió debatir en los tres grandes monasterios de Lhasa –Ganden, Drepung y Sera– ante todos los monjes y sobresalió fácilmente. Como otros dalái lamas del pasado, combinó sus estudios de la tradición Guelupa, con los de la tradición Nyingma. Asimismo fue un reconocido meditador que realizó retiros cortos y largos, además de mantener una práctica diaria durante toda su vida.
Songtsen Gampo (Wylie: Srong-btsan sGam-po) fue el fundador y primer emperador del Imperio tibetano. La fecha de su nacimiento no es exacta, ubicándose en 605 o 617.
Según la tradición tibetana sucedió al rey de Lhasa, Namri Song Tsen en 629. También, es posible que Songtsen Gampo haya sucedido a su padre después de morir en el año 618.
Ya en el trono, realizó un viaje a China y otro a Benarés, para conocer a los sacerdotes hinduistas. Inició la conquista de los principados tibetanos, formando así el Imperio tibetano.
Trasladó su capital de Lhasa a Tengri (hoy Timbu, en Bután) y dirigió una expedición a Tshalukia, reino indio que dominaba el golfo de Bengala. Tomó este reino y el de Benarés e hizo un tratado de paz con los nepalies.
Se casó con la princesa nepalesa, Bhrikuti Devi, en 630. Un año después, contrajo nupcias con la princesa china Wencheng, hija del emperador chino Li Shimin. Ambas mujeres eran budistas. Las crónicas tibetanas indican que a Wencheng le incomodaban las costumbres tibetanas.
El legado más importante de su reinado fue el de introducir el budismo en Tíbet y el desarrollo del alfabeto tibetano con ayuda de Padmasambhava.
Song Tsen Gam Po falleció en el año de 649 o 650.4 Su nieto y sucesor, Mangsong Mangtsen, se encontraba estudiando en China cuando el emperador falleció.
La bandera del Tíbet es un símbolo importante de la cultura tibetana y de la lucha por la independencia del Tíbet. La bandera se compone de un fondo azul oscuro y un sol dorado en el centro, rodeado de un anillo de rayos dorados. En las cuatro esquinas de la bandera hay representaciones de cuatro criaturas míticas que simbolizan la armonía y la felicidad.
La bandera fue diseñada por el 13º Dalai Lama, Thubten Gyatso, en 1912, cuando se proclamó la independencia del Tíbet. El diseño de la bandera se basa en una visión que tuvo el líder religioso y político tibetano mientras meditaba en el Palacio de Potala.
El sol dorado en el centro de la bandera representa la esperanza de que el Tíbet alcance la igualdad con las naciones del mundo, y los rayos simbolizan la energía brillante y positiva que emana del Tíbet. Las criaturas míticas en las esquinas de la bandera representan la unión de las cuatro regiones de Tíbet, y se cree que tienen el poder de ahuyentar el mal y las desgracias.
La bandera del Tíbet es un símbolo importante de la lucha por la independencia del Tíbet y de la identidad cultural tibetana, y es muy utilizada en las manifestaciones y protestas en todo el mundo. Sin embargo, el gobierno chino considera la bandera como un símbolo separatista y ha prohibido su uso en el Tíbet.
El Palacio de Potala es un palacio emblemático ubicado en Lhasa, la capital del Tíbet. Fue construido en el siglo VII por el rey Songtsen Gampo y reconstruido en el siglo XVII por el quinto Dalai Lama. Es un importante centro religioso y político del budismo tibetano, y es considerado como uno de los edificios más sagrados del Tíbet.
El Palacio de Potala es una estructura imponente que se eleva a 13 pisos y 117 metros de altura, con más de 1.000 habitaciones, 10.000 altares y un laberinto de pasillos y escaleras. El palacio está dividido en dos partes principales: la parte roja, que es la sección de la administración política, y la parte blanca, que es la sección religiosa.
La parte blanca es la más impresionante, con sus salas de oración, capillas y santuarios adornados con murales, estatuas y otros objetos religiosos. Una de las salas más importantes es la Sala de las Grandes Audiencias, que es donde los Dalai Lamas han recibido a dignatarios y líderes políticos de todo el mundo. Otra sala notable es la Sala de los Mil Budas, que es una impresionante galería de estatuas de Buda.
El Palacio de Potala también es famoso por su arquitectura, que combina elementos tibetanos e indios. El palacio cuenta con techos dorados, torres blancas y rojas, y paredes decoradas con diseños intrincados. La vista del palacio desde el exterior es impresionante, especialmente durante la puesta de sol, cuando las luces del palacio se encienden y se reflejan en el agua cercana. En resumen, el Palacio de Potala es uno de los lugares más sagrados e impresionantes del Tíbet. Su arquitectura, arte y religión se combinan para crear un lugar único en el mundo, que atrae a visitantes de todo el mundo cada año.
El budismo es un camino para transformar la mente, para ir de la ignorancia hacia la sabiduría, del egocentrismo hacia el altruismo y la compasión. La mente es la fuente de toda felicidad y también es la fuente de la experiencia del sufrimiento. El budismo ofrece métodos para liberar la mente de la ilusión y de los estados mentales nocivos como el odio, la obsesión, la envidia y el orgullo. Las enseñanzas budistas son muy amplias e incluyen tanto perspectivas filosóficas como practicas espirituales dedicadas a disipar una visión errónea de la realidad y a desarraigar las causas mismas del sufrimiento.
Los artículos siguientes son extractos de enseñanzas de grandes maestros tibetanos, de biografías de esos maestros, y de discusiones y detalles sobre varios puntos de la filosofa budista.
Por casi 40 años el Tíbet disfrutó de una independencia de facto, pero la victoria de los comunistas en China en 1949 puso fin a este paréntesis en la historia de esta convulsionada región del Himalaya.
El 7 de octubre de 1950, hace exactamente 70 años, miles de tropas enviadas por Mao Zedong entraron al Tíbet, acorralaron a sus autoridades y finalmente tomaron la ciudad fronteriza de Chamdo el 19 de octubre.
Bajo presiones por parte de China, el dalái lama, líder tibetano, firmó el polémico Acuerdo de los 17 Puntos tras ocho meses de ocupación por el ejército chino, un documento que oficializó la anexión del territorio.
Pero según el líder espiritual del pueblo tibetano y Premio Nobel de la Paz, el tratado es inválido porque fue “forzado sobre un gobierno desamparado que no quería hacerlo”. El dalái lama apenas tenía 15 años cuando lo firmó.
Pekín se refiere a este episodio de la historia tibetana como una “liberación pacífica”, mientras que los tibetanos exiliados lo califican de invasión.
Una bandera de plegaria es un trozo de tela rectangular de colores, a menudo enarbolado en pasos montañosos y picos en los Himalayas. Aunque en otras ramas del budismo no se las utiliza, se cree que las banderas de plegaria se remontan al credo Bön, que prevaleció en el Tíbet antes del budismo. Tradicionalmente son impresas utilizando tipos de madera que poseen textos e imágenes.
Los sutras hindúes, escritos sobre tela en la India, fueron transmitidos a otros puntos del mundo. Estos sutras, escritos sobre carteles, fueron el origen de las banderas de plegarias. La leyenda asigna el origen de la bandera de plegaria al Buda Shakyamuni, cuyas plegarias fueron escritas sobre las banderas de batalla utilizadas por los devas contra sus adversarios, los asuras. La leyenda le podría haber brindado a los bhikku indios una razón para portar la banderola ‘celestial’ como una forma de demostrar su compromiso con ahimsa.
Este conocimiento fue llevado al Tíbet hacia el año 800, y las banderas se comenzaron a utilizar hacia el año 1040, sufriendo algunas transformaciones con posterioridad. El monje indio Atisha (980-1054) introdujo la práctica india de imprimir banderas de plegaria al Tíbet y Nepal.
Color y orden Tradicionalmente, las banderas se encuentran en grupos de cinco, una de cada uno de los cinco colores elegidos. Los cinco colores representan los elementos en la cosmogonía tibetana, y se encuentran ordenadas de izquierda a derecha en un orden específico. Distintos elementos se encuentran asociados con diferentes colores en tradiciones específicas, propósitos y sadhana:
Azul (simbolizando cielo/espacio), Blanco (simbolizando el agua), Rojo (simbolizando fuego), Verde (simbolizando el aire), Amarillo (simbolizando la tierra).
Símbolos y plegarias En el centro de una bandera de plegaria generalmente se encuentra un “lung ta” (caballo poderoso o fuerte) que lleva tres joyas llameantes (específicamente ratna) en su lomo. El ta es un símbolo de velocidad y de la transformación de la mala suerte en buena suerte. Las tres joyas llameantes simbolizan a Buda, el Dharma (enseñanzas budistas), y el Sangha (comunidad budista), los tres vértices de la tradición filosófica tibetana.
Por tradición judeocristiana, nos es conocido el término rosario o rezar el rosario. Bien, en las tradiciones budistas e hinduistas, este peculiar “collar de cuentas” se llama mala o japa mala. Decir “la mala” o “el mala” es totalmente secundario pues no tiene género, si bien yo siempre la he conocido como “la mala”.
Pueden ser de diferentes materiales, minerales, maderas, huesos de animales y vegetales, etc. Todas, eso sí, deben tener 108 cuentas o bolitas más el testigo o deidad, que no se contabiliza como tal y unos flecos o borlas que son meramente decorativos.
Tanto las malas hindúes como budistas coinciden con el número 108, en el caso del hinduismo porque son 108 nombres que recibe el Señor y en el budismo con los 108 pasos para la Iluminación.
Su uso es sencillo, cantar un mantra con cada cuenta hasta completar los 108. Algunas malas tienen contadores, uno para las unidades y el otro para las decenas. Normalmente estas se usan cuando hay una voluntad de cantar, por ejemplo 1080 veces un mantra. Cuando se ha cantado una vez, se pone en el contador de las unidades, un disco, y así hasta completar 10 discos que es su unidad máxima. En ese momento, se usa el contador de las decenas, sumando una hasta completar 10.
Las malas o rosarios no son abalorios ni objetos de decoración corporal, son elementos religiosos o, cuanto menos, parte de la espiritualidad. Cuando se usa colgado al cuello o envolviendo la muñeca debería ser para que la energía acumulada a lo largo de los diferentes cantos con la mala ayude a proteger y cuidar al que la porta.
La japa mala, es la mala de mano o muñeca, no tiene 108 cuentas pero si un múltiplo, 12, 18 o 27 por lo general. Y, como curiosidad, cuando cantamos con la japa, se dice “A japa, japa” y cuando al cantar con la mala “A mala, mala”.
El Tíbet es una tierra de misterios, magia y espiritualidad, también conocida como el “ombligo del mundo”, un centro energético en el cual se cree tuvo origen la humanidad.
Situado al suroeste de la China a más de cuatro mil metros de altura en medio de las montañas del Himalaya, surgió una de las cunas del conocimiento sagrado sobre el alma del hombre, el desapego, la reencarnación y el dominio de la mente consciente.
De igual manera, aparece la meditación, los mantras y los mandalas junto con la sabiduría de los monjes lamas y sus enseñanzas orientadas a la práctica del conocimiento de sí mismos y la conexión con el amor armónico del universo.
Estos son algunos de los aportes más profundos que la cultura tibetana le ha ofrecido a un mundo convulsionado y colmado de enfermedades del cuerpo, las emociones y el alma. Su objetivo siempre ha sido y será el de la trasformación interior para lograr la paz y la solidaridad entre todas las naciones.
Por eso, el budismo tibetano tiene sus raíces en una de las escuelas espirituales de la región conocida como Bön: la más primitiva creencia que relaciona al hombre con la naturaleza esencial.
Como herencia de esta antigua tradición, los budistas tibetanos conservaron y desarrollaron aptitudes de sanación integral en las dimensiones existenciales del ser humano, realizando este proceso ancestral de equilibro en cuatro pasos.
En primer lugar, se lanza un “mo”, es decir, una especie de oráculo (soga atada con varios nudos) y según la forma que adquiera al caer, es posible conocer las causas de las descompensaciones energéticas, al igual que los procedimientos más adecuados a la hora de tratar los síntomas de la enfermedad.
Después se hace una consulta astrológica para determinar el momento apropiado de la ceremonia, teniendo en cuenta los elementos chinos de la tierra, el agua, el fuego, el metal y la madera. Posteriormente, inician los rituales para limpiar las influencias desarmónicas y el karma de la persona.
Por último, los médicos del Tíbet elaboran medicinas a base de plantas consagradas al bienestar para estabilizar el cuerpo haciendo énfasis en la respiración consciente, la calidad de pensamientos orientados hacia el perdón y la erradicación de malos hábitos que son los causantes de muchas dolencias modernas.
Complementando esta sanación, existe un objeto llamado “tejido de la armonía espacial”, una telaraña de hilos multicolores elaborados exclusivamente por los sacerdotes con el propósito de equilibrar todos las áreas externas e internas de las personas, protegiéndolas de entidades oscuras.